sábado, 7 de noviembre de 2015

Nuestra Flora


NUESTRA FLORA

He comenzado  mi colaboración con la “Agenda Atalaya” con la intención de dar a conocer algunos de los aspectos más curiosos y quizás poco conocidos de los uso, tradiciones, etc… de nuestra flora.

Cuando hablo de nuestra flora, no me refiero (como sería más estricto) solo a nuestras plantas autóctonas de Morón como son arboles como la encina, arbustos como el romero o hierbas como la mandrágora, sino también a vegetales que traídos de tierras lejanas hoy dominan nuestros parques y jardines, árboles como todos los tipos de palmeras o arbustos como la lantana.

Antes de presentar la primera de las plantas de la que hablaré y que iré alternando entre autóctonas y foráneas me gustaría hacer una reflexión sobre las políticas que desde las distintas administraciones; estatal, autonómica y local se llevan a cabo con respecto a las plantas que yo calificaría de “Odio al árbol” ya que se suceden una tras otra actuaciones inexplicables que destruyen continuamente espacios naturales o árboles de notable antigüedad , como ejemplo de ello podemos citar la última ley de montes o más cercano la cantidad de árboles y arbustos talados en la Alameda y en los jardines de la Carrera con motivo de las últimas obras llevadas a cabo en esas zonas

En nuestra relación con las plantas es habitual que a la mayoría les cueste pensar que los vegetales son seres vivos, ya Aristóteles los catalogó junto a los minerales como seres inanimados (sin alma ni movimiento) Pero haríamos bien en pensar que son seres a los que debemos nuestra existencia (oxígeno y alimento)  hoy es sabido que todos los animales descendemos de unas primitivas células muy cercanas a las actuales algas

Por todo ello, en próximas colaboraciones trataré de aumentar un poco vuestra simpatía hacia estos imprescindibles y sufridos vecinos de Morón cuyos antepasados seguro que Vivian apaciblemente en la zona que hoy ocupa nuestra ciudad muchos siglos antes de que los primeros pobladores decidieran habitar esta zona

                                                                                                              J.A. Pérez Dávila

 

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